sábado, 8 de marzo de 2014

de la noche al dia


Paso unos días ordenando el ambiente para que podamos encontrarnos en la noche. Lo hago con mucha suavidad, tratando de deslizar el momento justo para nuestro propósito de nocturnidad, rebeldes buscando empujar el límite de lo aceptable entre mujer y hombre..En silencio voy dejando ir pensamientos como si lanzase pétalos fragantes de tu piel y la mía y miro entonces donde han caído para saber si iré por el camino que nos reúne.
 Siempre he venido y tu me esperas. Ahora, con el susurro de los que caminamos la madrugada, la sensación de secreto inunda los pulmones de viento, enciende en la penumbra nuestros cuerpos y así nos alcanzamos y conocemos con la boca los sabores de la piel. Robamos cuartos al reloj para beber minutos de un espacio fuera del tiempo... Como vine? Por qué volveré? No puedo recordar como llegué por que no lo supe aquel primer día, pero estoy aquí y tus manos van desvaneciendo el color de mis preguntas, que nos vamos sumergiendo en las aguas orgánicas, que ya nos abandona el lugar y sus paredes, que titilamos al unísono en un silencio lleno de latidos. Quedamos tendidos, acurrucados entre las sábanas encendidas, escuchando las olas del mar de pensamiento que se escurre de nuevo desde el suelo, por las ventanas hacia el pelo y somos otra vez dos que se dan la mano y se miran desde los ojos. Vibran palabras desde los rincones abiertos por el fuego y están llenas de lo que trajimos, de lo que encontramos.
 Antes de decirnos adiós sin saber si regresaremos una última mirada queda imborrable en ese instante y lo hace suyo.
 Salgo a la vida que dejé hace dos horas y por el retrovisor veo pasar mis memorias de nosotros. Cual será el peaje de esta carretera que recorre el deseo de volver a cruzarla? Que nos ha traído a unir cuerpo con cuerpo aire con aire? El intenso sabor de haberte encontrado resiste la presencia lógica de cada pregunta y aún de la profunda incertidumbre de estas aguas. Conduzco bajo las estrellas y por la ventana de mi coche dejo caer el recuerdo que me sacia para vestirme el hábito cotidiano de regresar a casa.
Despunta un nuevo día y miro el jardín en el que ha vuelto a florecer la rosa. Un día brilla su sol y la ilumina y aún cuando se ciñe nubes de negra tormenta crece y aún si se desploma sobre mi espalda vive. Se termina su estación cada segundo pero brota al tiempo de un álito desconocido que no alcanzamos con los ojos pero brilla silente en el corazon .
Quizás podamos regresar a su existencia, pero
vive

2 comentarios:

  1. Me parece muy interesante tu trabajo.
    Esto que has escrito quiero imprimirlo y leerlo con mucho detenimiento...
    Gracias amiga.

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